La excusa suele ser la
mentirijilla para la elusión de compromisos no deseados.
Bien es verdad que la excusa
sincera comporta el no acudir a eventos a los que gustaría asistir.
La mentira es la antítesis de
la evidente verdad pero, a veces, tiene sus atenuantes o paliativos, porque
favorecen a expresar la autenticidad de lo realidad de lo que sentimos en
nuestro interior.
Ir siempre con la verdad por
delante comportaría momentos nefastos que provocarían incidentes desagradable y
es, entonces, donde surge la hipocresía.
Esa sonrisa forzada ante
situaciones que nos desagradan. Te odio, luego, te amo.
Ni soy filósofo ni psicólogo
pero recurriendo a lo ‘machadiano’ se hace camino al andar y éste ademán suele
tener hijuelas antes de conducirnos al destino deseado.
Conclusión:
Esta breve palabrería no creo
que no se haya planteado con anterioridad pero yo me dejo llevar por mis
propias deducciones apoyadas en amplias lecturas que abonan mis conocimientos.
Tampoco voy a recurrir a
dictámenes de la RAE ellos son los ‘dueños’ del lenguaje.
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