La
última serie ce ‘COTILLEOS’, la dediqué a los practicados en playa u hoteles
vacacionales playeros en donde te reencuentras año tras año con adictos al
lugar y que, precisamente, por este motivo, la ‘coincidencia’, casi forzada en
ocasiones se produce. Me explico, en parejas con niños de determinadas edades,
durante el verano, sea julio, agosto o septiembre, como meses tradicionales,
las parejas van haciendo conocimiento a través de sus pequeños, ellos juegan, tienen
actividades guiadas, se bañan en la piscina o van con los padres a la playa
que, en mi caso, está saliendo de la puerta del jardín-piscina y cruzando el
peatonal paseo marítimo, llegas a unos 6
escalones que te ponen ya en la arena. En esta zona del Barracuda,
tienes unos 50 metros de arenilla pardo grisácea, un cierto tono oscuro que no
es, es precisamente, el indicio de un fino suelo arenoso, tampoco es feo y
mientras las plantas de tus pies soportan el calorcillo extremo de esa arena ya
calentada, aprietas paso para llegar a zona húmeda que mitigue el
calentamiento. En muchos casos, unos con sombrilla protectora sobre todo para
niños más pequeños, los que se mueven y juegan son más difíciles de ubicar en
sombras. Juegan con la arena, pisan el borde del agua, los matrimonios comentan
y se unen a los niños para acompañarlos en el baño. Sueles ser aguas tranquilas
aunque la playa al no ser natural, está dragada, según el oleaje presenta o no
baches, con algo de piedrecilla y conchas antes de adentrarte en el agua. Nada
demasiado engorroso.
Tras
estos baños de mar, vuelta a jardín piscina, ducha y quitado del barrillo
arenoso y chapuzón piscinero, después al aperitivo en el bien montado bar
próximo a la piscina. Yo tengo mi rincón, salvo que me lo quiten, desde donde
divisas todo el panorama de hamacas, sombrillas, bañistas y al fondo la playa y
mi ‘estanque’ como le llamo al plácido mar que practica su vals de olas.
A este
abundamiento del que ya comenté sus circunstancias en escrito anterior quiero
hacer una precisión.
19.12.2012 | 11.58
La tragedia de la mujer más delgada del mundo
Vea el video. Esta es la historia desesperadamente triste de la mujer más delgada en el mundo, que pesa tan sólo 26 kilos después de años de dietas extremas. Pero en lugar de sentir lástima de sí misma, la rusa Valeria Levitin, de 39 años, afirma que su figura demacrada debe ser una llamada severa de atención para las niñas y adolescentes que quieren ser delgadas.
A pesar de que sus desórdenes alimenticios la tuvieron al borde de la muerte, Levitin afirma que es admirada por varias jóvenes, quienes la han contactado para pedirle consejos para adelgazar, sin embargo, ella se ha mostrado renuente a asesorarlas, ya que no quiere que nadie más pase por su misma pesadilla.
"He recibido correos electrónicos de jóvenes que quieren que les enseñe a ser como yo. Todas las cartas son de mujeres que rondan los 20 y que me ven como una inspiración. Es por ello que llevo a cabo una campaña contra la anorexia. No les enseñaré como morir. No es un juego, no es una broma, es su vida", señaló.
Levitin recuerda que su infierno comenzó en su adolescencia y aún no olvida el gran daño que se hizo y a su familia, situación por la que ahora trata de aportar su granito de arena para evitar que más jóvenes destruyan su vida por su obsesión con el peso y la figura perfecta.
"Quiero compartir mi historia para ayudar a los enfermos y a sus familias para que no repitan mis errores. Quiero que los jóvenes vivan felices y saludables. La anorexia me volvió solitaria, fea y repulsiva", reconoció Levitin, quien nació en Rusia, pero reside en Mónaco.
"Es muy complicado tener una relación sentimental cuando no puedes compartir con tu pareja varias cosas, como ir a restaurantes o disfrutar la vida. La gente no quiere estar cerca de alguien que no está bien o es pesimista", sostiene.
Levitin responsabiliza a su madre de lo que le ha pasado, al no querer que tuviera sobrepeso.
"Me hacía pesarme regularmente para comprobar que no había subido de peso. Yo era una niña y ella quería que fuera perfecta", relató la joven, quien al mudarse a Estados Unidos con su familia cuando tenía 16 años, sintió la necesidad de adelgazar para ser aceptada.
"Quería ser como las demás y yo pensé que si perdía peso sería aceptada. Comencé a evitar ciertos alimentos de mi dieta, no comía azucares o carbohidratos. Hubo un momento en que caí en un círculo vicioso y se potenció mi necesidad de perder peso. Ahora es muy complicado que logre recuperar mi peso, ya que mi organismo no puede procesar algunos alimentos".
La ironía es que hoy, después de cortar ciertos alimentos durante tanto tiempo, su cuerpo es intolerante a ellos y no podía procesar incluso si quisiera.
Levitin dice que el problema es más de una "falta de armonía entre el cuerpo y el alma".
Hoy Valeria Levitin toma suplementos para contrarrestar el riesgo de hematomas y evita situaciones en las que su cuerpo pueda recibir algún golpe.
"Me encantaría tener una familia, porque siento que tengo mucho que dar. Pero, obviamente, no sería justo para tener un bebé cuando estoy enferma. No sería justo para el niño”, sostuvo.
"Quiero hacer frente a la anorexia. Nunca he renunciado a nada en mi vida y no voy a renunciar ahora”, concluye.
A pesar de que sus desórdenes alimenticios la tuvieron al borde de la muerte, Levitin afirma que es admirada por varias jóvenes, quienes la han contactado para pedirle consejos para adelgazar, sin embargo, ella se ha mostrado renuente a asesorarlas, ya que no quiere que nadie más pase por su misma pesadilla.
"He recibido correos electrónicos de jóvenes que quieren que les enseñe a ser como yo. Todas las cartas son de mujeres que rondan los 20 y que me ven como una inspiración. Es por ello que llevo a cabo una campaña contra la anorexia. No les enseñaré como morir. No es un juego, no es una broma, es su vida", señaló.
Levitin recuerda que su infierno comenzó en su adolescencia y aún no olvida el gran daño que se hizo y a su familia, situación por la que ahora trata de aportar su granito de arena para evitar que más jóvenes destruyan su vida por su obsesión con el peso y la figura perfecta.
"Quiero compartir mi historia para ayudar a los enfermos y a sus familias para que no repitan mis errores. Quiero que los jóvenes vivan felices y saludables. La anorexia me volvió solitaria, fea y repulsiva", reconoció Levitin, quien nació en Rusia, pero reside en Mónaco.
"Es muy complicado tener una relación sentimental cuando no puedes compartir con tu pareja varias cosas, como ir a restaurantes o disfrutar la vida. La gente no quiere estar cerca de alguien que no está bien o es pesimista", sostiene.
Levitin responsabiliza a su madre de lo que le ha pasado, al no querer que tuviera sobrepeso.
"Me hacía pesarme regularmente para comprobar que no había subido de peso. Yo era una niña y ella quería que fuera perfecta", relató la joven, quien al mudarse a Estados Unidos con su familia cuando tenía 16 años, sintió la necesidad de adelgazar para ser aceptada.
"Quería ser como las demás y yo pensé que si perdía peso sería aceptada. Comencé a evitar ciertos alimentos de mi dieta, no comía azucares o carbohidratos. Hubo un momento en que caí en un círculo vicioso y se potenció mi necesidad de perder peso. Ahora es muy complicado que logre recuperar mi peso, ya que mi organismo no puede procesar algunos alimentos".
La ironía es que hoy, después de cortar ciertos alimentos durante tanto tiempo, su cuerpo es intolerante a ellos y no podía procesar incluso si quisiera.
Levitin dice que el problema es más de una "falta de armonía entre el cuerpo y el alma".
Hoy Valeria Levitin toma suplementos para contrarrestar el riesgo de hematomas y evita situaciones en las que su cuerpo pueda recibir algún golpe.
"Me encantaría tener una familia, porque siento que tengo mucho que dar. Pero, obviamente, no sería justo para tener un bebé cuando estoy enferma. No sería justo para el niño”, sostuvo.
"Quiero hacer frente a la anorexia. Nunca he renunciado a nada en mi vida y no voy a renunciar ahora”, concluye.
"He recibido correos electrónicos de jóvenes que quieren que les enseñe a ser como yo. Todas las cartas son de mujeres que rondan los 20 y que me ven como una inspiración. Es por ello que llevo a cabo una campaña contra la anorexia. No les enseñaré como morir. No es un juego, no es una broma, es su vida", señaló.
Levitin recuerda que su infierno comenzó en su adolescencia y aún no olvida el gran daño que se hizo y a su familia, situación por la que ahora trata de aportar su granito de arena para evitar que más jóvenes destruyan su vida por su obsesión con el peso y la figura perfecta.
"Quiero compartir mi historia para ayudar a los enfermos y a sus familias para que no repitan mis errores. Quiero que los jóvenes vivan felices y saludables. La anorexia me volvió solitaria, fea y repulsiva", reconoció Levitin, quien nació en Rusia, pero reside en Mónaco.
"Es muy complicado tener una relación sentimental cuando no puedes compartir con tu pareja varias cosas, como ir a restaurantes o disfrutar la vida. La gente no quiere estar cerca de alguien que no está bien o es pesimista", sostiene.
Levitin responsabiliza a su madre de lo que le ha pasado, al no querer que tuviera sobrepeso.
"Me hacía pesarme regularmente para comprobar que no había subido de peso. Yo era una niña y ella quería que fuera perfecta", relató la joven, quien al mudarse a Estados Unidos con su familia cuando tenía 16 años, sintió la necesidad de adelgazar para ser aceptada.
"Quería ser como las demás y yo pensé que si perdía peso sería aceptada. Comencé a evitar ciertos alimentos de mi dieta, no comía azucares o carbohidratos. Hubo un momento en que caí en un círculo vicioso y se potenció mi necesidad de perder peso. Ahora es muy complicado que logre recuperar mi peso, ya que mi organismo no puede procesar algunos alimentos".
La ironía es que hoy, después de cortar ciertos alimentos durante tanto tiempo, su cuerpo es intolerante a ellos y no podía procesar incluso si quisiera.
Levitin dice que el problema es más de una "falta de armonía entre el cuerpo y el alma".
Hoy Valeria Levitin toma suplementos para contrarrestar el riesgo de hematomas y evita situaciones en las que su cuerpo pueda recibir algún golpe.
"Me encantaría tener una familia, porque siento que tengo mucho que dar. Pero, obviamente, no sería justo para tener un bebé cuando estoy enferma. No sería justo para el niño”, sostuvo.
"Quiero hacer frente a la anorexia. Nunca he renunciado a nada en mi vida y no voy a renunciar ahora”, concluye.
No es, precisamente, un comentario muy agradable pero lo
he vivido in situ. En recepción ya me habían advertido de la estancia de una
mujer extremadamente delgada y, negativamente, pintoresca.
Una
noche estaba en el bar-piscina, donde celebran los bailes nocturnos y llevaba
un vestido largo pero ya se intuía una delgadez extrema, su rostro marrón
oscuro y horrendo, en lo demacrado y huesudo.
Pero la
cosa todavía se agravó más cuando al día siguiente veo que se dirige hacia la
playa en bikini, una horrenda y delgada línea marrón fina. Esqueleto
‘barnizado’ en marrón chocolate, aristas por huesos, todo lo dicho es poco.
Resulta
que buscando en Google como ‘mujer más delgada del mundo’ sale una web que
contiene fotos y vídeo de esta persona.
Fue una
niña guapa, después modelo de profesión y no precisamente de extremada delgadez
pero ahora a sus 39 años pesa 26 kilogramos se llama Valeria y es rusa y
escribe artículos para la juventud advirtiéndole de los malos resultados que
puede llegar a provocar una anorexia galopante.
Ella
dice tener asumida su vida y no tener complejos pero le gusta advertir del
peligro y mal ejemplo que representa su cuerpo. Echa mucha culpa al cuidado que
ejerció su madre sobre ella.
Para
remate, el penúltimo día de mi estancia, doy al ascensor en la planta 7ª para
bajar al bar a tomar un vino Barbadillo antes de la cena, y de la 9ª bajaba la
señora, así que la tuve por compañía las 7 plantas, no contesto a mi saludo ni
a mi despedida pero mis ojos no sabían donde mirar para que no se posaran sobre
la ‘triste figura en mujer’
Es una
anécdota curiosa pero hubiera querido no ser testigo tan directo.
Ved y
opinad.












